sábado, 7 de noviembre de 2009

El primer día de verano

-Jajaja. No pero eso creo que había sido antes -me dijo Silvia mientras las tres nos partíamos de risa.
-Antes? Tienes razón, pero después vino lo mejor te acuerdas? Jajaja...
-Si es verdad -dijo sonriendo Sara.
Ívamos caminando las tres por las callejuelas del barrio de San Selmo, abrumadas por el calor de aquel verano, de la gran ciudad llamada Vilo bañada por la costa española del mediterráneo. Cuando llegaba el verano el aroma impregnado a salitre recorría las calles y el sol iluminaba las callejuelas de la ciudad con más intensidad. Nos encaminabamos al "parque viejo", olvidado desde hacía ya tiempo entre unos edificios del barrio de San Selmo. Los únicos que lo recordaban y a veces se pasaban por allí, eran los niños del barrio. El nombre le venía porque la pintura de los columpios, del tobogán, las barras y la conocida ruleta estaba desgastada y descolorida. Cuando te tirabas por el tobogán te manchabas el pantalón por lo oxidado que estaba. Pero los niños que ivan a ese parque no ivan a tirarse por el tobogán, balancearse en los columpios o jugar en las barras. El único motivo por el que los niños acudían a ese abandonado parque era por la ruleta. Si dabas muy rápido te podías llegar a marear y hasta una vez Sara vomitó. En invierno ,cuando llovía, al rededor de la ruleta se formaba un foso y, al dar, te podías caer y te manchabas de barro. Todo niño que fuera del barrio de San Selmo o al rededores se había caído alguna vez en la ruleta. Una vez, estábamos Sara, Silvia y yo en la ruleta y llegaron unos chicos mayores que nosotras y dijeron si queríamos que nos dieran. Les dijimos que si y nos dieron rapidísimo. Lo pasamos genial ese día.
Eran las cuatro de la tarde y el sol deslumbraba a cualquiera. Hoy nos encaminábamos al parque viejo porque habíamos quedado allí con los chicos. Nos sabíamos las calles de memoria. Desde pequeños habíamos corrido por esas calles todos juntos. Álvaro, Quique, Alex, Sergio, Martín, Pablo, Javi, Sara, Silvia y yo. Éramos lo que se decía amigos de toda la vida. Habíamos estado más tiempo en la calle que en nuestra propia casa.
-Mira ya llegaron -le dijo Álvaro a Martín.
-Sara, Silvia, Paloma! -gritó Alex saludando con la mano.
-Hola Alex! -le saludé.
Entonces me fijé en un niñó que estaba con ellos y que no conocía de nada.
-Quién es él? -preguntó Silvia, al parecer ella también calló en la cuenta.
-Ai es verdad! -dijo Quique- este es mi primo Pedro. Pedro estas son Silvia, Sara y Paloma.
-Hola -dijo él con una sonrisa.
Me quedé impresionada. Tenía la sonrisa más bonita que había visto nunca.
-Va a pasar el verano aquí, porque sus padres están en un viaje de trabajo. Y como no se podía quedar solo durante todo el verano, pues se va a quedar en mi casa...
No escuchaba nada de lo que decía simplemente me había quedado embobada mirando a Pedro. El sol le daba de cara y hacía que su pelo castaño claro pareciese rubio. Tenía los ojos entreabiertos puesto que el sol le molestaba en la cara. Entonces el me miró y salí de mi ensimismamiento. Sabía que este verano iva a ser diferente a los anteriores.
Nos pasamos la tarde hablando y dando vueltas en la ruleta. Al cabo de un rato fuímos al quiosco y nos compramos unas cuantas chuches para saciar el apetito de las seis. Después fuímos a dar un paseo por el barrio y cuando empezo a oscurecer nos fuímos cada uno para casa.
Hoy era el primer día de verano y sentía algo que me decía que los días siguientes ivan a ser diferentes a los demás. Me metí en cama y al cabo de un rato me quedé dormida.